miércoles, 27 de marzo de 2013

JUEVES SANTO



El Jueves Santo es una especie de "profecía" de la Pascua. En el Monte de los Olivos Jesús vive, conscientemente y de manera anticipada, su Pasión y su Muerte. Este día se bendice el Santo Crisma, que se utilizará hasta el siguiente Jueves Santo. También se realiza la Misa de la Cena del Señor, en la que se recuerda la Última Cena que Jesús tuvo con sus amigos, los apóstoles. La Última Cena puede interpretarse como la instauración de la Misa

Está lleno de evocaciones hermosas, porque en ese día recordamos tres grandes acontecimientos de salvación sucedidos durante la última cena de Jesús con sus apóstoles: 

      La Institución de la Eucaristía: La institución de la Eucaristía, como alimento y bebida espiritual, como medio de unión profunda con nuestro Redentor. Desde ese día la Iglesia celebra la Eucaristía como recuerdo de Él. Se consagran las hostias para esta celebración y las que se consumirán el Viernes Santo.

      La Institución del Sacerdocio: Recordamos también la institución del sacerdocio cristiano, que sustituyó para siempre al antiguo sacerdocio de la ley de Moisés.  El Único y nuevo sacerdote es Cristo y los sacerdotes ordenados por el obispo en la Iglesia católica son solamente partícipes del sacerdocio de Cristo.  Es un sacerdote que no necesita purificarse de sus pecados antes de ofrecer el sacrificio porque no ha pecado. Él es un Sacerdote que siempre agrada a Dios porque Dios es su Padre.


      El mandamiento de amor y servicio. (Lavatorio de pies): Y recordamos finalmente la institución del mandamiento principal de Jesús que es el Amor. Ya no somos esclavos de la ley, sirviendo en el temor, somos hijos del amor y el que ama ha cumplido la ley. Nos da el ejemplo de amor al prójimo, humildad y servicio al hermano, al lavar los pies a sus discípulos.

Esta tarde, después de la celebración de la Cena del Señor se guarda el Santísimo Sacramento para la Comunión del día siguiente y se le venera en forma especial. 

martes, 19 de marzo de 2013

Homilía en el inicio del Ministerio Petrino, Papa Francisco.


El Papa Francisco presidió esta mañana en Roma la Misa con la que se ha dado inicio a su pontificado. En su homilía aseguró que el verdadero poder es el servicio.


A continuación el texto completo:

Queridos hermanos y hermanas,

Doy gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio petrino en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el onomástico de mí venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud.

Saludo con afecto a los hermanos Cardenales y Obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos. Agradezco por su presencia a los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como a los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas.

Dirijo un cordial saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones oficiales de tantos países del mundo y al Cuerpo Diplomático.

Hemos escuchado en el Evangelio que “José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer” (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II: “Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo” (Exhort. ap. Redemptoris Custos, 1).

¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor.

Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús.

¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu.

Y José es “custodio” porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.

En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación.

Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos.

Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón.

Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres.

Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios.
Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen “Herodes” que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.

Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos “custodios” de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro.

Pero, para “custodiar”, también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.

Y aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.

Hoy, junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que comporta también un poder. Ciertamente, Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? A las tres preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.

Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.

En la segunda Lectura, san Pablo habla de Abraham, que “apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza” (Rm 4,18). Apoyado en la esperanza, contra toda esperanza.

También hoy, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza.

Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios.

Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado.


Imploro la intercesión de la Virgen María, de san José, de los Apóstoles san Pedro y san Pablo, de san Francisco, para que el Espíritu Santo acompañe mi ministerio, y a todos vosotros os digo: Orad por mí. Amen.

Vaticano, 19 Mar. 13 / 09:35 am

S.S. Francisco.

jueves, 14 de marzo de 2013

Mensaje a los Salesianos y a todos los miembros de la Familia Salesiana.



He tenido la gracia de haber estado en la Plaza de San Pedro, llena con miles y miles de personas, particularmente jóvenes, en el momento en que hemos escuchado el tan esperado mensaje:

"Annuntio vobis gaudium magnum.
Habemus Papam
Giorgium Marium Cardinalem Bergoglio
qui sibi nomen imposuit
FRANCESCUM".

Aunque su nombre no había sido mencionado entre los papables, y que por tanto causó perplejidad en aquellos que no sabían de quién se trataba, el recibimiento del Nuevo Sucesor de Pedro no se hizo esperar y la respuesta fue un grandísimo aplauso, expresión de gran gozo, acompañada por los primeros gritos: Francisco, Francisco, Francisco.... Una vez más, ha sido el Espíritu Santo el que ha guiado a los Cardenales electores en la elección del Hombre que Dios mismo había elegido como Vicario de Cristo.

Junto a todos ustedes, queridos hermanos y hermanas, miembros todos de la Familia Salesiana, y jóvenes, alabo y doy gracias al Señor por el grandísimo regalo que nos ha dado en la persona del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, jesuita, arzobispo de Buenos Aires, que he tenido la gracia de conocer y tratar personalmente en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida y, posteriormente, en la beatificación de Ceferino Namuncurá.

La elección de su nombre, Francisco, es significativa pues en cierto sentido reúne algunos de los rasgos más característicos del nuevo Papa: la sencillez, la pobreza, la autenticidad, y, al mismo tiempo, se vuelve programática porque evidencia algunos de los elementos que deben definir hoy el rostro de la Iglesia y su relación con el Mundo.

Antes de impartir la primer bendición nos ha pedido bendecirle. En un profundo silencio cada uno desde el fondo del propio corazón lo ha hecho dejándose guiar por el Espíritu a fin de que tenga la Luz para discernir aquello que el Señor espera de su Iglesia hoy y halle la Energía para llevarlo a la vida.

Con espíritu de fe y gran estima y devoción acojamos al Papa Francisco, como lo habría hecho Don Bosco y, mientras lo confiamos al cuidado y a la guía materna de María, le aseguramos nuestro afecto, nuestra obediencia y la más sincera y decidida colaboración en este tiempo de Nueva Evangelización.

Roma,13 de marzo de 2013
 Rector Mayor


martes, 12 de marzo de 2013

Inició el Cónclave



Al final de la octava Congregación General, la tarde del viernes 8 de marzo, el vocero de prensa de la Santa Sede, p. Federico Lombardi, informó la decisión de los cardenales de convocar el Cónclave para el martes 12 de marzo de 2013. 

A las 10 de la mañana se celebrará en la basílica de San Pedro la Santa Misa "Pro eligendo Romano Pontífice", abierta a todos los fieles. Por la tarde del mismo día los cardenales entrarán en el Cónclave.

Horarios del Cónclave.
Hoy mismo, martes, los cardenales se desplazarán a las 15.45 de la Casa de Santa Marta a la Capilla Paulina. A las 16.30 irán en procesión desde la Capilla Paulina a la Sixtina. A las 16.45 pronunciarán el juramento solemne de secreto, después del cual se pronuncia el "extra omnes" y se cierra la Sixtina. Los purpurados escucharán la meditación del cardenal Prosper Grech y después procederán a la primera votación. A las 19.00 rezarán las vísperas y a las 19.30 regresarán a la Casa de Santa Marta. A partir del 13, se trasladarán a las 7.45 de la Casa de Santa Marta hasta la Capilla Paulina, donde, a las 8.15 celebrarán la Misa para ingresar en la Capilla Sixtina a las 9.30. Allí rezarán la Hora media y procederán a la votación. A las 12-12.30 regresarán a la Casa Santa Marta y después de almorzar volverán a las 16 a la Sixtina, rezarán brevemente y reanudarán la votación hasta las 19.00 horas.

Las fumatas después de las votaciones.
Las "fumatas" se producen con la quema de las papeletas de la votación final de la mañana o de la tarde, es decir alrededor de las 12 en el primer caso y de las 19,00 en el segundo. Si la elección se produjese en una votación intermedia, la fumata saldría a mitad de la mañana o de la tarde.

Cómo se realizan las votaciones.
El director de la Oficina de Prensa ha recordado también el mecanismo de las votaciones, en el caso de que los cardenales no llegasen a la elección del pontífice en los cuatro primeros días de votación, especificando que el quinto día habrá una pausa de oración y libre coloquio de cardenales. Los escrutinios procederán del mismo modo durante los dos días siguientes, intercalando siempre una pausa para la oración, hasta llegar al undécimo día y el 34 escrutinio. En ese caso se aplica el nuevo art, 75 de la Constitución Apostólica "Universi Dominici Gregis" modificado por Benedicto XVI con el reciente "Motu Proprio" que establece que "también en estas votaciones para la validez de la elección se requiere la mayoría cualificada de al menos dos tercios de los sufragios de los Cardenales presentes y votantes. En estas votaciones los dos nombres que tienen voz pasiva carecen de voz activa". Es decir, los dos candidatos con el mayor número de votos tienen que ser votados pero no pueden votar.

Sellar las entradas al Cónclave.
El P. Lombardi ha informado sobre la constitución de la comisión encargada de sellar las entradas al cónclave, que encabeza el cardenal Camarlengo y entre cuyos miembros se encuentran el Substituto de la Secretaría de Estado, el comandante de la Guardia Suiza, miembros de la Gendarmería y notarios.

El anillo y los sellos papales.
Por último, se ha referido a la anulación del Anillo del Pescador y de otros cuatro sellos pertenecientes al pontificado de Benedicto XVI. "Se han anulado con una raya cruzada, sea el anillo que lleva el Papa, como su reproducción en forma de sello para timbrar documentos; dos timbres secos para los documentos pontificios y la matriz del sello de plomo para las bulas pontificias. El nuevo Anillo del Pescador será idéntico al precedente con la efigie del pescador y una red, pero cambiará, naturalmente, el nombre del Papa que rodea uno y otra".

En la octava Congregación General han participado un total de 153 cardenales, de ellos 115 son electores.

martes, 5 de marzo de 2013

¡¡¡ Gracias Santo Padre !!!


Es la primera semana en que tenemos la sede de Pedro vacante: estos últimos días han sido muy emocionantes y hemos asistido a la despedida humilde de un gigante, él mismo ha dicho que se retira para llevar una vida de oración y que va a orar especialmente por el próximo Papa. 


Estas son sus últimas palabras públicas como Papa: “Gracias a vosotros. Queridos amigos, estoy muy contento de estar con vosotros, rodeado por la belleza de la creación y por vuestra simpatía que me hace sentir bien. Gracias por vuestra amistad, por vuestro afecto. Sabéis que para mí este día es distinto de los demás: no soy Pontífice Supremo de la Iglesia Católica; es decir, lo seré hasta las ocho de esta tarde, después ya no. Soy, simplemente, un peregrino que empieza la última etapa de su peregrinación en esta tierra. Pero quisiera todavía, con mi corazón, con mi alma, con mis oraciones, con mis reflexiones, con toda mi fuerza interior, trabajar por el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad. Y me siento muy apoyado por vuestra simpatía. Vayamos adelante con el Señor, por el bien de la Iglesia y del mundo. Gracias, buenas noches a todos y ahora os imparto, de todo corazón, mi bendición”.


Y este su último tweet: "Gracias por vuestro amor y cercanía. Que experimentéis siempre la alegría de tener a Cristo como el centro de vuestra vida